domingo, 13 de septiembre de 2009

Personajes Revolucionarios de la Ciencia

CARLOS DARWIN

Carlos Darwin es uno de los representantes de las Ciencia Naturales que más ha cambiado el pensamiento y comportamiento de la gente. Desde el siglo XIX, se comienza a ver el mundo de otra manera, ya no se recurre a un espíritu creador para explicar el origen de los seres vivos y los cambios producidos en estos. Darwin desechó, sin intención, toda explicación idealista sobre el desarrollo de la vida, descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica. Son todas estas cosas las que lo hacen un revolucionario.



Darwin nación en Shrewsbury, Shropshire (Inglaterra), el 12 de febrero de 1809. Su padre fue Robert Waring Darwin y su madre Susannah Darwin (Wedgwood es su apellido de soltera). “Carlos Darwin pertenece, pues, por la rama paterna, a una familia burguesa rica, salida del campesinado casi desde hacía dos siglos y contando con tres generaciones de intelectuales: médicos, literatos, naturalistas. La madre provenía de otra familia burguesa, los Wedgwood, y era hija de Josué, el mayor de ellos” (Prenant). Cuando Darwin tenía ocho años, fallece su madre, y es enviado a la escuela contra su voluntad. Él mismo dijo que este hecho fue funesto para su inteligencia. Sin embargo, tenía grandes gustos por la Geometría y la Física, además, coleccionaba conchas marinas, sellos postales, medallas, y sobre todo, minerales. Gustaba de los poemas de Shakespeare, Thomson, Byron y Scott. La química constituyó una materia fundamental en su educación escolar, ya que le mostró de manera práctica el significado de lo experimental en la ciencia.

En 1825, su padre lo envía a la Universidad de Edimburgo para que estudie Medicina. Pero le disgustó las lecciones, excepto las de Química. En esa época, oye hablar de Lamarck, pero no presta gran atención. Cuando, en 1828, su padre se da cuenta de que a su hijo no le gustaba la Medicina, le propone ser eclesiástico. La idea le parece buena a Carlos Darwin; sin embargo, no se decidió seguir la carrera eclesiástica. Luego, entró en la Universidad de Cambridge. Allí, Darwin fue igual de mediocre que en Edimburgo; no obstante, se interesó por la Geometría; además de los libros, especialmente de dos:
Filosofía moral y Pruebas del cristianismo, de Paley. En 1831, egresa de la Universidad como bachiller.

Como dice Marcel Prenant, “En modo alguno, ni en su manera de vivir, ni en sus opiniones sociales, ni en sus intenciones, fue Darwin un revolucionario. Era un burgués inglés de su tiempo, acomodado, bien asentado en el confort que heredó de sus padres, provisto de las cualidades y los defectos de su clase y socialmente bastante miope”. Sin embargo, señala más adelanta el investigador francés que “lo que hará de Darwin un revolucionario, a pesar suyo, será el viaje del Beagle”. El 27 de diciembre de 1831, Darwin se embarca en el Beagle, en una travesía que será el acontecimiento de su vida, como él mismo afirmaba.




El Beagle navega por las costas este y sur de América, a partir de La Plata. Darwin pudo recorrer Uruguay, Argentina, la Patagonia y la Tierra del Fuego; permaneció más de un año en Chile y en Perú (algunos investigadores afirman que fue en este país donde se contagió del mal de Chagas); pasó a las islas Galápagos, en Ecuador. Luego viajó a Tahití, las Malvinas, la isla Mauricio; después regresa a Brasil, finalmente pasó a las Azores. El 2 de octubre de 1836, regresa a Inglaterra. “No obstante, Darwin regresó a Londres sin haberse planteado teoría evolutiva alguna. Sospechaba la verdad de la evolución, pero no tenía mecanismo por el que explicarlo. La selección natural no surgió de ninguna lectura directa de los datos del Beagle, sino de sus dos años siguientes de meditación y lucha reflejados en una serie de notables libros de apuntes” (Jay Gould).

Al regresar del viaje, Darwin se dedicó –según Prenant- a organizar sus observaciones, recopila los documentos de sus observaciones, los pone en fichas que coloca en casi cincuenta clasificadores; lee mucho incluso documentos distintos de las Ciencia Naturales, y redacta tablas y resúmenes con los hechos más sobresalientes. Demuestra Darwin la dedicación que caracteriza a todo científico. Prepara su diario de viaje, comparte sus apuntes con otros especialistas y examina los materiales recogidos. El 11 de enero de 1839 se casa con su prima Emma Wedgwood. Luego, en 1842, el matrimonio se traslada a Down, en el condado de Kent. Allí, Darwin recibió durante un largo tiempo a sus amigos Lyell, Huxley, entre otros.

Darwin se puso a trabajar en sus notas, pero sin la intención de publicar algo. Esto cambiaría cuando, en 1858, recibe una carta y un manuscrito de Alfred Rusell Wallace, un joven naturalista que estaba desarrollando la teoría de la selección natural. Darwin quedó asombrado por la gran similitud entre los ambos trabajos. Fue este hecho, en parte, el que motivó a Darwin a publicar su magistral libro.

Así, luego de pensarlo un buen tiempo, en 1859, publicó su libro
Origen de las especies. La primera edición, de 1,250 ejemplares, se agotó ese mismo día. Este libro causó un gran debate en toda la población y todos los intelectuales de esa época. Muchos teólogos criticaron a Darwin; sin embargo, este afirmaba que su teoría no estaba en contra de la religión. La influencia de Darwin viene desde aquel año en que se publicó su más relevante obra; aún ahora, el debate sobre la evolución se mantiene.


La obra de Darwin es una propuesta de la burguesía progresista; sin embargo, fue Marx quien supo utilizarla de manera productiva. El darwinismo contiene tres afirmaciones revolucionarias: 1) el mundo proviene de una evolución; 2) esta evolución se realiza por medios puramente materiales; y 3) el hombre es producto de esta evolución, y en consecuencia, es también de origen puramente material. Ahora, es preciso justificar, primero, que estas afirmaciones no traicionan el pensamiento de Darwin; segundo, que tienen un valor revolucionario; y tercero, que los hechos conocidos después de Darwin no han hecho más que reforzar estas afirmaciones (Prenant).

En la actualidad, “La evolución darwiniana continúa en el Homo sapiens, pero a un ritmo tan lento que prácticamente carece de impacto en nuestra historia” (Jay Gould). La evolución biológica se hizo más lenta y menos notoria; la evolución cultural predomina desde que aparecieron las culturas. Así, hay un aumento y desarrollo de esta, y una disminución de aquélla.

La objeción teórica a Darwin –hecha por Marx y Engels- es, en principio, con respecto a la evolución darwiniana. “La evolución supone crisis y saltos bruscos, revoluciones, tanto en el mundo físico como en la sociedad humana. Pero Darwin, que conocía las variaciones bruscas, las consideraba como insignificantes en relación a las variaciones lentas y directamente imperceptibles”, escribe Prenant. Darwin se empeñaba en sostener la siguiente fórmula: Natura non facit saltus (La naturaleza no obra a saltos). Esta objeción teórica carecería de sentido si la ciencia actual no le diera la razón.

El otro punto es respecto del origen del hombre. El hombre es un animal en su origen, y su actividad fundamental es también una actividad animal, por el cual se procura medios de existencia. Pero dejó de ser exactamente un animal desde que empleó no solamente su cuerpo sino también útiles de trabajo, que prolongaron esta, que hicieron más eficaz su acción y que al poder ser cambiados y modificados, permitieron una experiencia práctica variada (Prenant).



Otra objeción es sobre la conocida y discutida “lucha por la supervivencia” o “lucha por la vida”. Engels menciona que “…toda la teoría darwiniana de la lucha por la vida consiste sencillamente en trasladar de la sociedad a la naturaleza viva la teoría de Hobbes sobre la guerra de todos contra todos, la teoría económica burguesa de la competencia y la teoría malthusiana de la población. Que esta obra maestra sea justa por completo, es algo muy dudoso, sobre todo en lo que concierne a la teoría de Malthus…
”…El animal llega cuando más a acumular; el hombre produce; en el sentido más amplio de la palabra, crea medios de existencia que la naturaleza jamás podría producir sin él. De aquí la imposibilidad de transferir pura y simplemente las leyes vitales de las sociedades animales a la sociedad humana. Gracias a la producción, la pretendida lucha por la existencia, sino también a los medios de posesión y desarrollo. Desde este momento, son los medios de desarrollo producidos en la sociedad, las categorías sociales del reino animal, so completamente inaplicables” (citado por Prenant).

Darwin fue un naturalista que revolucionó las Ciencias Naturales, pero que no dudó, en ningún momento, de los derechos de su clase. Fue un sabio apasionado, pero no pudo franquear ciertos límites del conocimiento. Descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, como luego Marx descubrió la ley del desarrollo de la sociedad humana.


BIBLIOGRAFÍA

ALTMANN, Julio (2009). “Darwin tenía razón”. En La Primera (Lima-Perú), 13.02.09, p. 18.
JAY GOULD, Stephen (1986). El pulgar del panda. Buenos Aires: Hyspamérica.
PRENANT, Marcel (1969). Darwin y el darvinismo. México, D.F.: Grijalbo.