sábado, 22 de octubre de 2011

Galileo Galilei


Puede considerarse a Galileo como el fundador de la astronomía moderna. Además de sus extraordinarios resultados como físico y astrónomo, la importancia de Galileo está precisamente en haber creado una mentalidad científica nueva, cuyas bases son aún las nuestras. Por estos motivos, puede considerarse a Galileo como el fundador de la ciencia moderna, basada en la observación de los hechos, la realización de experimentos y la formulación de teorías explicatorias. En la historia de la cultura, Galileo se ha convertido en el símbolo de la lucha contra la autoridad y de la libertad en la investigación.

Galileo Galilei nació en 1564 y murió en 1642, el año en que nació Newton. Su padre, Vicento Galilei, que pertenecía a la baja nobleza, era un hombre de notable cultura, conocido por sus considerables logros como compositor y tratadista de música, así como por su desprecio hacia la autoridad y sus tendencias radicales.




El contraste entre la infancia de Galileo y la de sus contemporáneos salta a la vista. Copérnico, Brahe y Kepler nunca se separaron por completo del pensamiento y la cultura impuestas por la Edad Media. Galileo fue un intelectual de segunda generación; en siglo XIX, hubiese sido el hijo socialista de un padre liberal.

Sus primero retratos muestran a un joven rebelde, con rasgos más bien ordinarios, gruesa nariz y altiva mirada. Se educó en la excelente escuela jesuítica del monasterio de Vallombrosa, cerca de Florencia, pero su padre deseaba que fuese mercader y lo llevó a su casa de Pisa. Luego reconociendo sus innegables dotes, cambió de opinión y a los diecisiete años lo mandó a estudiar a la universidad local para que estudiara medicina. Como los costos eran elevados, intentó conseguir una beca para Galileo. Galileo no pudo conseguir la beca y se vio obligado a abandonar la universidad sin graduarse. En su segundo curso universitario ya había hecho el descubrimiento de que un péndulo de una longitud dada oscila a una frecuencia constante, con independencia de su amplitud.

De vuelta a su casa prosiguió sus estudios, principalmente de mecánica aplicada, materia que lo atraía cada vez más, y perfeccionó su destreza para construir instrumentos y artilugios mecánicos. Uno de estos inventos, una balanza hidrostática, llamó la atención al marqués Guidobaldo del Monte, que lo recomendó al cardenal Del Monte, el cual a su vez lo recomendó a Fernando de Medici, duque de Toscana; como resultado de todo ello nombraron a Galileo catedrático de Matemáticas de la Universidad de Pisa, cuatro años después de que la misma universidad le negara una beca. Así a la edad de 25 años comenzó su carrera académica. Tres años después, en 1592, lo desginaban para ocupar la cátedra de matemáticas de la famosa Universidad de Padua, de nuevo gracias a la intervención de sus protector, Del Monte.



Galileo permaneció en Padua durante 18 años, los más fructíferos de su vida. Allí sentó las bases de la moderna dinámica, la ciencia de los cuerpos en movimiento. Pero no publicó los resultados de sus investigaciones hasta casi el final de su vida. Hasta la edad de cuarenta y seis años, cuando se publicó su libro Siderus Nuncios (el Mensajero de las Estrellas), Galileo no había publicado ninguna obra científica. Su creciente fama en este período, antes de los descubrimientos que hizo con el telescopio, se debía, por una parte, a sus tratados y conferencias que circulaban en manuscritos; por otra a sus inventos mecánicos. Pero sus descubrimientos verdaderamente importantes - como la ley de caída libre y de la trayectoria parabólica de los proyectiles - y sus ideas sobre cosmología los guardó celosamente para sí y para sus corresponsales particulares. Entre estos se hallaba Johannes Kepler, cuyo primer contacto ocurrió en 1597.

Galileo realizó notables aportaciones científicas en el campo de la física, que pusieron en entredicho teorías consideradas verdaderas durante siglos. Así, por ejemplo, demostró la falsedad del postulado aristotélico que afirmaba que la aceleración de la caída de los cuerpos -en caída libre- era proporcional a su peso, y conjeturó que, en el vacío, todos los cuerpos caerían con igual velocidad. Para ello hizo deslizar esferas cuesta abajo por la superficie lisa de planos inclinados con distinto ángulo de inclinación (y no fue con el lanzamiento de cuerpos de distinto peso, desde la torre inclinada de Pisa, como se había creído durante mucho tiempo).

Si bien Galileo no inventó el telescopio, lo perfeccionó y fue el primero que acertó en extraer un provecho científico del aparato. Los telescopios de la época solo tenían una capacidad de aumento de 6 veces, mientras que el último telescopio fabricado por Galileo tenía un aumento de 60 veces.

Con el telescopio Galileo hizo cuatro descubrimientos importantes en el campo de la astronomía. Cuatro descubrimientos que rompieron con los modelos hasta entonces conocidos y confirmaron empíricamente la teoría heliocéntrica de Copérnico.

1. El descubrimiento de cráteres y montañas en la Luna, que se oponía a las tesis aristotélicas tradicionales acerca de la perfección del mundo celeste, que exigían la completa esfericidad de los astros.

2. El descubrimiento de las fases de Venus semejantes a las fases de la Luna, lo que demostraba de forma empírica la teoría de Copérnico, ya que este fenómeno no podía ser explicado bajo el modelo de Ptolomeo.

3. El descubrimiento de cuatro “estrellitas” (satélites) que acompañan a Júpiter, que contradecía el principio que la tierra era el centro de todos los movimientos del cielo.

4. El descubrimiento del giro del Sol, por medio de la observación de las manchas que atraviesan el disco solar, que también habían sido descubiertas por otros estudiosos casi al mismo tiempo.



Parte de estos descubrimientos salen a la luz en el Siderus Nuncios, publicado en marzo de de 1610. Sus descubrimientos con el telescopio cayeron como una bomba sobre el escenario del mundo de los sabios. Algo que también sorprendió fue su fácil lectura, que podía leerse en tan solo una hora (tenía 24 hojas) y su efecto era como el de un golpe para quien había crecido con la visión tradicional del universo limitado.

Debido a sus publicaciones Galileo se fue ganando ataques de adversarios académicos y se comenzaron a manifestar las primeras muestras de que sus opiniones podían tener consecuencias conflictivas con la autoridad eclesiástica. La postura adoptada por Galileo fue la de defender que, aun admitiendo que no podía existir contradicción entre las Sagradas Escrituras y la ciencia, era preciso establecer la absoluta independencia entre la fe católica y los hechos científicos. Ahora bien, como hizo notar el cardenal Bellarmino, no podía decirse que se dispusiera de una prueba científica concluyente en favor del movimiento de la Tierra, el cual, por otra parte, estaba en contradicción con las enseñanzas bíblicas; en consecuencia, no cabía sino entender el sistema copernicano como hipotético. En este sentido, el Santo Oficio condenó el 23 de febrero de 1616 al sistema copernicano como «falso y opuesto a las Sagradas Escrituras», y Galileo recibió la admonición de no enseñar públicamente las teorías de Copérnico.

En 1618 se vio envuelto en una nuevas polémicas a propósito de la naturaleza de los cometas, que dio como resultado un texto en 1623, Il Saggiatore, rico en reflexiones acerca de la naturaleza de la ciencia y el método científico, que contiene su famosa idea de que «el Libro de la Naturaleza está escrito en lenguaje matemático». La obra, editada por la Accademia dei Lincei, venía dedicada por ésta al nuevo papa Urbano VIII, es decir, el cardenal Maffeo Barberini, cuya elección como pontífice llenó de júbilo al mundo culto en general y, en particular, a Galileo, a quien el cardenal había ya mostrado su afecto.

La nueva situación animó a Galileo a redactar la gran obra de exposición de la cosmología copernicana que ya había anunciado en 1610: el Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo, tolemaico e copernicano; en ella, los puntos de vista aristotélicos defendidos por Simplicio se confrontaban con los de la nueva astronomía abogados por Salviati, en forma de diálogo moderado por la bona mens de Sagredo. Aunque la obra fracasó en su intento de estar a la altura de las exigencias expresadas por Bellarmino, ya que aportaba como prueba del movimiento de la Tierra una explicación falsa de las mareas, la inferioridad de Simplicio ante Salviati era tan manifiesta que el Santo Oficio no dudó en abrirle un proceso a Galileo, pese a que éste había conseguido un imprimatur para publicar el libro en 1632. Iniciado el 12 de abril de 1633, el proceso terminó con la condena a prisión perpetua, pese a la renuncia de Galileo a defenderse y a su retractación formal. La pena fue suavizada al permitírsele que la cumpliera en su quinta de Arcetri, cercana al convento donde en 1616 y con el nombre de sor Maria Celeste había ingresado su hija más querida, Virginia, también investigadora en astronomía, que fallecería luego en 1634.



En su retiro, donde a la aflicción moral se sumaron las del artritismo y la ceguera, Galileo consiguió completar la última y más importante de sus obras: los Discorsi e dimostrazioni matematiche intorno à due nueve scienze, publicado en Leiden por Luis Elzevir en 1638.

En la madrugada del 8 al 9 de enero de 1642, Galileo falleció en Arcetri confortado por dos de sus discípulos, Vincenzo Viviani y Evangelista Torricelli, a los cuales se les había permitido convivir con él los últimos años.

La revolución científica no solo produjo descubrimientos, sino una nueva actitud hacia la vida, un nuevo clima filosófico. Y en ese nuevo clima, las personalidades y creencias de quienes lo iniciaron tuvieron una influencia perdurable. De estas influencias, las más importantes, en sus diferentes campos, fueron Galileo y Descartes. Galileo proporcionó a las leyes de Kepler el complemento indispensable para el universo de Newton: "Si he sido capaz de ver mas lejos - dijo Newton – fue porque me subí a hombros de gigantes"; los gigantes eran, Kepler, Galileo y Descartes.

Bibliografía


Koestler, Arthur: Los Sonámbulos Tomo II, Biblioteca Científica Salvat, Salvat Editores S.A., Barcelona, 1986.
Revista National Geographic en Español Edición Especial del Espacio 2005.

jueves, 13 de octubre de 2011

Nicolás Copérnico


Durante más de mil años la astronomía estuvo estancada debido a la concepción errónea de Ptolomeo, quien en el siglo II de nuestro era afirmaba que la Tierra se encontraba en el centro del Universo. Al querer explicar los fenómenos de la naturaleza, muchos astrónomos posteriores crearon complejas teorías que involucraban epiciclos, deferentes, órbitas ovoides, etc.; todo ello para no romper con la teoría geocéntrica. Fue recién en el 1543, año en que se publica el Libro de las revoluciones de los cuerpos celestes, escrito por Copérnico, que reaparece una teoría que, además de simplificar mucho la astronomía, rompe de manera revolucionaria con la concepción del Universo, marcando así el inicio de la astronomía moderna y una nueva época en la historia de la ciencia.

Niklas Koppernigk, de nombre latino Nicolaus Copernicus, nació en 1473 en Torún, junto al río Vístula, en Polonia. Proveniente de una familia acomodada, que poseía un negocio de cobre (de donde probablemente se deriva su apellido), Nicolás Copérnico pierde a sus padres a temprana edad, quedando bajo la tutela de su tío Lucas Watzelrode, quien pronto se convertiría en obispo. Esto resulta ser un acontecimiento decisivo en su vida.




Gracias al apoyo del su tío Lucas, que se convierte en su protector y mecenas, Copérnico va a estudiar a la Universidad de Cracovia, sin embargó no se graduó, debido a que en 1495 tuvo que regresar Torún: un canónigo en la ciudad de Frauenburg estaba agonizando y su tío, el obispo Lucas, sentía que podía asegurarle una prebenda, ya que su situación económica había caído notablemente. Sin embargo esta canonjía recién le llegaría dos años más tarde, tras lo cual Copérnico inmediatamente solicita ausentarse para continuar con sus estudios. En los siguientes diez años el joven canónigo estudió en las reconocidas universidades de Bolonia y Padua, cursando estudios de filosofía, leyes, matemáticas, medicina, astronomía y griego, de acuerdo a los ideales del renacimiento del hombre universal; pero solo obtuvo un doctorado en Derecho Canónico.




Luego de acabados sus estudios, Copérnico continuó con una licencia de su canonjía, debido a que pasó a ser secretario y médico de su tío Lucas, quien muere de repente en 1512. Después de la muerte de su tío, Copérnico asume definitivamente sus obligaciones de canónigo en la catedral de Frauenburg. Durante este tiempo asumió responsabilidades administrativas no muy exigentes, por lo que disponía de mucho tiempo libre. En Frauenburg, Copérnico residía en una torre frente a un lago, lo que le permitía una muy buena visibilidad del cielo. Es así que con instrumentos burdos realiza observaciones astronómicas, es en estos primeros años que Copérnico empieza su obra, completando en 1530 el manuscrito del Libro de las revoluciones de los cuerpos celestes, el cual sostenía la inmovilidad del Sol al centro del Universo y la rotación de los demás planetas alrededor de él y sobre sus propios ejes. Posteriormente a la escritura del manuscrito, Copérnico se dedicó sin éxito a tratar de demostrar su teoría con la experiencia. Fue su discípulo Rethicus, quien encargó la impresión de la obra copernicana, pero fue recién en 1543 que su libro salió publicado. Copérnico solo tuvo algunas horas para revisarlo antes de su muerte, producto de una hemorragia cerebral.

Si bien la posición verdadera de Copérnico sobre su propia obra aún no resulta completamente clara, aparentemente habría retardado la publicación de su obra por temor a posibles represalias. Sin embargo, fue sobre la nueva física de su obra que Galileo probó la teoría heliocéntrica, marcando un hito en el desarrollo de la ciencia.


Bibliografía

National Geographic en Español, Edición especial del 2003: El Espacio, viaje del siglo.

Enciclopedia Universal. (2009). Madrid: Editorial Salvat.

Koestler, Arthur. (1986). Los Sonámbulos (I): El origen y desarrollo de la cosmología. Barcelona: Salvat Editores.

jueves, 22 de septiembre de 2011

El profesor que revolucionó la productividad en China.


La historia de la revolución en la productividad china arranca con el insólito relato de la vida de Gavriel Salvendy, un estadounidense de origen húngaro-israelí que no terminó el bachillerato. Como creció en una familia judía, durante la ocupación nazi tuvo que esconderse en una pila de heno para salvarse de la deportación. Luego de que su familia abandonara Europa, se convirtió en un campeón israelí de levantamiento de pesas. Ahora con 72 años, 120 kilos de peso y 1,82 metros de altura, todavía es imponente.


Durante los últimos 9 años, Salvendy ha dirigido el departamento de ingeniería industrial de la universidad de Tsinghua en Beijing. Allí juega un papel incongruente, un rebelde en una sociedad jerárquica y generalmente conformista. Con todo, él y su equipo han ayudado a impulsar la productividad de algunas fábricas chinas en hasta 20% al año.


El camino que recorrió Salvendy desde sus días como levantador de pesas a la academia está repleto de giros sorprendentes. En su juventud, aceptó un empleo en una fábrica de Londres y descubrió un talento natural para reorganizar sistemas de producción. Un profesor británico de ingeniería escuchó hablar de este genio sin educación formal y lo inscribió en la Universidad de Birmingham. Ahí, Salvendy se graduó con una maestría y un doctorado. En 1968 recibió una oferta para trabajar en EE.UU.


Para 2001, Salvendy era una eminencia de la ingeniería industrial, conocido por más de 200 publicaciones en revistas especializadas. A sus 60 años, el profesor parecía establecido. Pero entonces le llegó una oferta de Tsinghua y no se pudo resistir.


Tsinghua es la universidad científica más importante de China. Hace una década, decidió expandir su veintena de departamentos con un nuevo centro de ingeniería industrial, la disciplina que estudia cómo combinar efectivamente máquinas y trabajadores. Las fábricas chinas se limitaban a producir.


Tsinghua le pidió a Salvendy que encabezara el nuevo departamento, una invitación que supuso una pequeña revolución por sí misma. Hasta ahora, ningún extranjero había liderado un departamento de Tsinghua.





Salvendy aceptó y así fue cómo arrancó la revolución. Los docentes chinos estaban acostumbrados a la jerarquía, pero Salvendy insistió en la informalidad. Quería que los profesores publicaran artículos en las mejores revistas especializadas estadounidenses así que comenzaron a escribir y enseñar en inglés. Rápidamente construyó un departamento de 25 profesores, la mayoría de ellos con doctorados de Estados Unidos.


Las autoridades del país estaban ansiosas por alentar a su cuerpo estudiantil excesivamente conformista a que fuera más imaginativo. Parecía que los métodos de enseñanza de Salvendy, basados en la discusión, estaban diseñados para el pensamiento lateral. El Ministerio de Educación le dijo que si Tsinghua llegaba a mostrar resultados, su enfoque sería adoptado por otras universidades.


En 2009, un equipo de Tsinghua llegó a Hua Jian, una fábrica de zapatos en problemas en la provincia de Guangdong, centro de cientos de fábricas de bajos costos que dependían de la mano de obra barata, y se encontró un paraíso para cualquier ingeniero industrial: líneas de ensamblaje tan disfuncionales que generar sorprendentes ganancias de productividad era fácil.


En pocos meses, la delegación de Tsinghua incrementó la productividad de Hua Jian en 20%. En Occidente, avances de esa escala son casi inimaginables. Luego, los ingenieros concibieron un nuevo reto: replantearse las ideas tradicionales sobre las líneas de producción y combinarlas con las que fueron incubadas en las fábricas estadounidenses en los años 50 y 60.


Los logros de Salvendy en Tsinghua sugieren que China se acercará cada vez más a su potencial de productividad. Su departamento ha preparado a más de 1.500 gerentes chinos en sus programas de capacitación para ejecutivos y hay miles más en incubación en los más de 200 programas que han aparecido en el país imitando a Tsinghua. Tarde o temprano, los líderes mundiales tendrán que abrir los ojos a esta revolución, porque su impacto en el flujo de bienes y capital será global.


Sebastian Mallaby


Director del Centro Maurice R. Greenberg para Estudios Geoeconómicos en el Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU.





Tomado del diario El Comercio, 10/11/2010

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El cuento de la tierra plana


Es común en los vencedores mengüar y tergiverzar las posiciones de sus adversarios. En el caso de la discusión sobre la esfericidad de la Tierra, también ha pasado lo mismo, para tener argumentos sostener el darwinismo contra el fundamentalismo religioso se hizo una falsa creencia en cuanto a las ideas dominantes en el medioevo. A continuación Umberto Eco nos ilustra más sobre el tema.

Umberto Eco
Escritor

Hace unos días, en un programa de divulgación científica de la televisión italiana que goza de una audiencia envidiable, Piero Angela, como siempre, elaboró un programa sobre el viaje de Cristóbal Colón entretenido y bien documentado.


Puesto que muchas personas siguen pensando que Colón sostenía que la tierra era redonda mientras que todos los sabios de su época aún la consideraban plana, el presentador explicó, con mucho tino y dialogando con un asesor científico, que se hablaba de una tierra redonda desde los tiempos de Aristóteles y que, en el siglo III antes de Cristo, Eratóstenes consiguió incluso calcular con una asombrosa aproximación la longitud del ecuador.



Lo malo es que, inmediatamente después, los dos interlocutores observaron que estas nociones se perdieron en la Edad Media, tanto es así que los mapas de aquella época representaban la tierra como un disco.

No hay de qué escandalizarse por semejante imprecisión: Jeffrey Burton Russell en su Inventing the Flat Earth (Nueva York, 1991) ha demostrado que este error se encuentra también en historias de la ciencia muy serias y cita textos ilustres donde se repite todavía hoy que los mapas de Tolomeo fueron olvidados en Occidente durante 1 000 años, que la Iglesia medieval enseñaba que la Tierra era un disco plano con Jerusalén en el centro, y que, desde los siglos IV al XIV, se perdió la noción de redondez del globo. Pero entonces, ¿quién le diría tanto a Colón como a sus oponentes que la tierra era esférica?

El equívoco nace del hecho de que, por lo menos hasta Copérnico, tanto el mundo griego como el mundo cristiano consideraban que la tierra era inmóvil. Ahora bien, inmóvil no quiere decir plana.


Burton ha explicado que el pensamiento laico decimonónico, para sostener el darwinismo contra el fundamentalismo religioso, quería demostrar que así como la Iglesia se había equivocado con respecto no solo al geocentrismo, sino también a la esfericidad, se estaba equivocando igualmente con respecto al evolucionismo. Y se sacó el máximo provecho posible de dos autores cristianos (Lactancio, del siglo IV, y el bizantino Cosme Indicopleustes, del siglo VI), los cuales, puesto que un paso de la Biblia describía la Tierra con forma de tabernáculo, polemizaban contra las teorías paganas sobre la redondez de la Tierra y la representaban con forma cuadrangular.

Claro que Cosme, que había escrito en griego, nunca fue conocido por el medioevo occidental, y a Lactancio no se lo tomó demasiado en serio ni siquiera San Agustín. Agustín se limitó a decir que naturalmente la Biblia hablaba por metáforas, que quizá la Tierra era esférica de verdad, pero que no por conocer la forma de la Tierra podemos salvar nuestra alma, por lo que el asunto le parecía poco interesante.


Que la Tierra era esférica, lo sabían no solo el geocéntrico Tolomeo (que dividió esa esfera en 360 grados de meridiano) y Eratóstenes, sino incluso Pitágoras, Parménides, Eudoxo, Platón, Aristóteles, Euclides, Aristarco, Arquímedes.


Los únicos que no lo creían eran Leucipo y Demócrito. En cuanto a la Edad Media, en el siglo VII, Isidoro de Sevilla (autoridad indiscutible para los siglos siguientes) calculó la longitud del ecuador en 80 mil estadios. ¿Acaso podía pensar que la Tierra era plana?





Dante entra en el embudo infernal y sale por el otro lado donde ve estrellas desconocidas a los pies de la montaña del Purgatorio: por lo tanto, sabía perfectamente que la Tierra era esférica. Y de la misma opinión eran Orígenes y Ambrosio, y luego Alberto Magno y Tomás de Aquino, Roger Bacon, Juan de Sacrobosco, Pedro d"Ailly, Egidio Romano, Nicolás de Oresme y Juan Buridán, por citar algunos.





Que luego estas cosas las supieran los doctos y no los simples, no es de extrañar cuando todavía hoy en día en muchas partes del globo hay gente que tiene ideas confusas al respecto.

¿Cómo ha podido suceder, se dirá, que todas las representaciones medievales mostraran la Tierra plana? Ante todo, esos mapas no tenían funciones geográficas sino simbólicas (con Jerusalén en el centro); y luego, no representaban la Tierra sino las tierras conocidas.

Y hacían lo mismo que hacen hoy en día nuestros atlas, que nos quieren decir la distancia entre Roma y Jerusalén o Atenas, y si tienen que representar Europa, lo hacen en una lámina con dos dimensiones.




Si uno de nuestros atlas dentro de 1000 años cayera entre las manos de un visitante alienígena, este podría creer que también nosotros considerábamos que la Tierra era plana.





¿Cuál era entonces la materia de debate en los tiempos de Colón? Era que -como demostraba perfectamente la transmisión de Piero Angela -sus adversarios habían hecho cálculos más precisos que los suyos y consideraban que la esfera terrestre era más amplia de lo que sostenía el genovés; por lo tanto, era una locura intentar alcanzar el levante por la vía del poniente.

Naturalmente ni Colón ni sus enemigos sospechaban que entre Europa y Asia hubiera otro continente. El descubrimiento de América es un caso típico de "serendipidad", donde uno va a buscar una cosa y encuentra otra.

Pero, por lo demás, los buenos medievales sabían tanto como Colón. Salvo que Colón, a diferencia de Agustín, estaba dispuesto a jugarse el alma con tal de que le saliera un viaje redondo.

Umberto Eco es autor de "Baudolino", "El Nombre de la Rosa" y de "El Péndulo de Foucault". Traducción de Helena Lozano Miralles.
Tomado del diario El Comercio del 29 de mayo del 2005.

jueves, 1 de septiembre de 2011

La educación debería servir para el desarrollo integral de la persona, sin embargo hoy en día no cumple este objetivo, e incluso no se da importancia a materias como el arte y la música, pensando que no son importantes y que se puede prescindir de ellas. El siguiente artículo nos demuestra lo contratrio.



Los artistas son mejores matemáticos




Nuestra tradición pedagógica separa las habilidades matemáticas, verbales, artísticas y físicas como si fueran excluyentes, privilegiando además en la escuela la enseñanza de lenguaje y matemática, considerados como las áreas fundamentales para el desarrollo intelectual. Eso ha llevado a dejar fuera del espectro de los estímulos intelectuales a aquellos que provienen de otras áreas como el arte, pese a tener un enorme potencial para cultivar nuestras habilidades e incluso para cultivar el prestigiado talento matemático y lingüístico de los estudiantes. Una vez más, la falta de apertura a los aportes de la investigación educacional nos aleja de las nuevas opciones para cultivar los talentos de los niños, y nos mantiene usando enfoques pedagógicos largamente superados.

El informe "Champions of Change: The Impact of the Arts on Learning" del Harvard Education Letter (noviembre-diciembre 1999) informa que los expertos del Centro de Investigación de la Educación para el Arte de la Escuela de Formación de Profesores de la Universidad de Columbia estudiaron la experiencia artística de 2.046 estudiantes de cuarto y octavo grado de escuelas públicas encontrando que los alumnos muy involucrados en el arte mostraron más creatividad y originalidad, sentido de cooperación, confianza en sus habilidades, y articulación de ideas con sentimientos que aquellos estudiantes con escasa experiencia con el arte. También informa que los investigadores de la Universidad de California bajo la dirección de James Catterall analizaron en 1998 los resultados del estudio longitudinal de diez años de las pruebas nacionales de rendimiento de 25.000 alumnos de secundaria, encontrando que los alumnos involucrados con el aprendizaje de la música superaban a sus pares que no lo estaban en las pruebas de mat emáticas, y que los alumnos que aprendieron teatro superaban a los que no lo hicieron en las pruebas de lenguaje. También encontraron que alumnos procedentes de hogares modestos que estaban involucrados en el arte sistemáticamente se desempeñaban mejor que aquellos pares que no estudiaron arte.




A estos estudios se agregan otros como el de Steven Morrison en EE.UU. quien encontró que las personas que cultivaron sus aptitudes musicales cuando fueron pequeños tuvieron más premios y mejores notas que otros que no participaron en actividades musicales, así como los estudios de Peter Douglas and Sheila Willatts que mostraron cómo el uso de canciones facilita el aprendizaje de la lectura y escritura porque hay una estrecha relación entre la habilidad rítmica y el aprendizaje de lectura en niños de siete y ocho años. También el College Board de EE.UU. analizó las pruebas del SAT rendidas por los alumnos entre 1990 y 1996 encontrando que los estudiantes de arte o música consistentemente alcanzaron puntajes más altos tanto en las secciones de matemáticas como las verbales.

Ocurre que el arte y la música promueven en quienes los aprenden habilidades como pensamiento crítico, inteligencia espacial, criterios perceptuales, organización del tiempo, autodisciplina y sobre todo autoconfianza. En el intérprete musical, la práctica artística desarrolla habilidades como leer, coordinar ojos-manos, entrenar la memoria, escuchar, recordar, y concentración que son todas habilidades que se transfieren a las áreas académicas. Las habilidades motoras para tocar instrumentos se transfieren a las capacidades de escritura, el ritmo de la música se transfiere a la lectura y la discriminación auditiva ayuda a desarrollar habilidades fonéticas.

Resulta extraño que la enseñanza del arte esté tan ausente y hasta les parezca prescindible a muchas autoridades educacionales. Sin embargo, es evidente que hay un mundo de estímulos que están siendo desaprovechados para formar al común de la gente, y que hay una legión de personas que podrían estimular o expresar sus talentos a través del arte, que no están recibiendo las oportunidades para hacerlo.

Por León Trahtemberg
Tomado de El Comercio, 15 May 2002.

lunes, 29 de agosto de 2011


La apropiación de la producción de toda la población por un puñado de personas es una de las características del sistema capitalista. Ningún producto social se salva de ser apropiado por la burguesía para ser aprovechado lucrativamente, ni siquiera la producción intelectual.

Como dice el astrónomo y divulgador científico Carl Sagan: "La ciencia es una actividad colectiva". Sería pues imposible que una sola persona partiendo desde cero llegara a los niveles de conocimiento que manejamos hoy en día. Ya lo decía Issac Newton: "si he visto más lejos, es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes". Paul Lafargue, recordando sus conversaciones con Marx, escribía "La ciencia no es un placer egoísta: los afortunados que pueden consagrarse a las actividades científicas, deben, en primer lugar, poner sus conocimientos al servicio de la humanidad".


Entonces, si todo el conocimiento es un producto social, ¿Debe estar en propiedad de solo unos cuantos, como lo está actualmente? Leamos el siguiente artículo y reflexionemos.



LA DESOBEDIENCIA CIVIL ALCANZA A LA PUBLICACIÓN DE ESTUDIOS CIENTÍFICOS





Un 'hacker' es acusado de descargar millones de artículos. Su caso reaviva el debate sobre los ciberactivistas.




En la tarde del 6 de enero de este año, miembros del Servicio Secreto de Estados Unidos, agentes de la Policía Local de Boston y efectivos de la seguridad del Instituto Tecnológico de Massachusetts (el prestigioso MIT) persiguieron a un joven que huía por el campus universitario a lomos de una bicicleta hasta que fue detenido. ¿El delito del joven? Acceder a la red del MIT con un ordenador para descargar 4,8 millones de artículos científicos. No es el argumento de una película, el Gobierno de EEUU pide 35 años de cárcel para este activista de la llamada libre información.

Aaron Swartz , de 24 años, compró el septiembre pasado un portátil para, según consta en el auto por el que un juez de Boston lo acusó hace unos días de un delito informático, conectarse a la red del MIT y, desde ahí, acceder a la base de datos de publicaciones académicas JSTOR (del inglés Journal Storage). Esta organización es una nueva Biblioteca de Alejandría de la ciencia. Desde 1995 ha digitalizado las ediciones de 1.400 revistas científicas y tiene a 7.000 instituciones de 153 países entre sus clientes. La mayoría son universidades que pagan una cantidad que puede llegar hasta los 35.000 euros al año para poder acceder a sus archivos.





Swartz descargó el 98% de toda esa información. Cada día llegaba al campus del MIT, que ofrece una cuenta de acceso limitado a su red a los visitantes, y accedía a la base de datos de JSTOR. Diseñó un programa que automatizaba la descarga de todos los archivos que encontraba en formato PDF. Los responsables del sistema, al detectar una descarga tan masiva (en dos meses Swartz se bajó cien veces más de lo que descarga toda la red del MIT de JSTOR) bloquearon la dirección IP (que identifica a un ordenador en la red) que usaba. Pero cada vez que lo hacían, el activista cambiaba de dirección.

La investigación del caso




Tras semanas de jugar al ratón y al gato, JSTOR decidió bloquear todos los accesos que vinieran del MIT, lo que obligó a la universidad a investigar en serio el asunto. Su seguridad descubrió un ordenador conectado a su red escondido en una caja de cartón oculta en un armario de uno de los edificios universitarios.

El 4 de enero, los investigadores tomaron huellas del equipo y colocaron una cámara para saber quién era el intruso. Dos días después se producía la detención de Swartz.

Ahora, la Fiscalía de EEUU acusa a Swartz de una intrusión informática en redes del MIT y JSTOR, daño a sus servidores y de llevarse 4,8 millones de artículos, de los que 2,7 millones eran de editoriales independientes que los ponían a la venta en la plataforma de JSTOR. Según el escrito, la intención de Swartz era distribuir el material en "una o más páginas de intercambio de archivos". Piden para él 35 años de cárcel y una multa de un millón de dólares (unos 700.000 euros).

La noticia de la acusación formal ha provocado la reacción de los activistas de EEUU que defienden el libre flujo de la información. Primero porque, por sus antecedentes, Swartz no parece que buscara beneficiarse económicamente. Este joven pertenece a esa clase de genios digitales que usan la tecnología para el activismo y la difusión del conocimiento. Con 14 años, participó en el diseño del RSS, un mecanismo para recibir avisos de que una página ha sido actualizada.

Si se buscan fotografías de él en Google, hay una en la que, siendo niño, aparece vestido con una camiseta con la leyenda Creative Commons, la organización que creó un sistema alternativo a las restricciones del modelo actual del copyright. A su lado posa Lawrence Lessig, el cofundador de Creative Commons.

"La carrera de Aaron se ha centrado en servir al interés público promoviendo la ética, el Gobierno abierto y la política democrática", dice David Segal, director de Demand Progress , una organización con 500.000 miembros que Swartz creó y dirigió años atrás.

En el haber de Swartz también está su participación en la creación de la web de noticias Reddit (de la que meneame.net es su versión española). En 2008 publicó un estudio, junto a Shireen Barday, analizando quién financiaba determinados estudios científicos. Una de las conclusiones revelaba que los autores de investigaciones tienden a defender los postulados de los que han pagado sus trabajos.





Robo de conocimiento

Con ese pedigrí, Swartz no da la imagen de un delincuente informático sino de un ciberactivista. Como tal, hace tres años participó en la creación de un efímero movimiento llamado Guerrilla Open Access. Dos frases ilustran su misión. "No hay justicia al respetar leyes injustas. Es hora de salir a la luz y, en la gran tradición de la desobediencia civil, declaramos nuestra oposición a este robo privado de la cultura pública". En un segundo párrafo ya se adivinan las motivaciones de Swartz en este caso: "Tenemos que hacernos con la información, esté donde esté almacenada, hacer nuestras copias y compartirlas con el mundo".

Sin embargo, para la fiscal de Massachusetts, Carmen Ortiz, "robar es robar, ya sea con un comando de ordenador o con una palanca, ya se trate de documentos, datos o dólares", asegura en un comunicado. "Es igualmente perjudicial para la víctima tanto si se vende todo lo que se ha robado como si lo regalan", añade. Se da la circunstancia de que ni JSTOR ni el MIT querían denunciar. "Ha sido decisión del Gobierno el enjuiciarle, no de JSTOR", asegura en un comunicado esta organización tras la polémica levantada.

"Le quieren meter en la cárcel por culpa de un copyright que se ha quedado viejo", explica a Público el profesor del departamento de Economía de la Universidad de Washington en Saint Louis, Michele Boldrin. Para el coautor del libro Against Intellectual Monopoly , "a la ciencia le está pasando lo mismo que ya vivieron la música o el cine: la tecnología es tal que sería posible hacer accesible el conocimiento a un coste muy bajo, incluso ganando dinero, pero con el actual sistema de copyright esto es imposible".

Boldrin publica investigaciones y también consulta otras. "Pero yo ya no voy a la biblioteca, lo busco en internet", comenta. Señala al actual sistema de propiedad intelectual como el principal freno a la digitalización de revistas. Pero, además, las editoriales poderosas escanean colecciones históricas, ya en el dominio público, consiguiendo así el copyright para ellas.

Publicar los artículos

Ese efecto perverso es el que quiso denunciar el matemático Greg Maxwell. Nada más saber de la acusación contra Aaron Swartz, este también estadounidense cogió su colección de 18.000 artículos de la revista Philosophical Trans-actions of the Royal Society y los publicó en la página de enlaces The Pirate Bay . Hay textos de Isaac Newton o Charles Darwin. De hecho, todos son anteriores a 1923, por lo que hace años que estarían en el dominio público si no fuera porque JSTOR los digitalizó y cobra desde cinco euros por artículo.

Maxwell justifica su acción en solidaridad con Swartz: "La publicación académica es un sistema curioso. Los autores no cobran por sus escritos. Los revisores tampoco y, en algunos campos tampoco los editores de las revistas. Incluso, a veces, los autores tienen que pagar a la editorial. Y aún así las publicaciones científicas son una de las piezas más escandalosamente caras de literatura que uno puede comprar. En el pasado, las elevadas tarifas de acceso soportaban la reproducción mecánica de las revistas especializadas pero la distribución online ha hecho de esta función algo obsoleto".

En uno de los comentarios de respuesta a Maxwell, un usuario de The Pirate Bay describe con una sola frase un sentimiento que comparten muchos de los conocedores del caso de Swartz: "No soy científico pero me los estoy descargando por principios".

Por Miguel Ángel Criado
Tomado del diario Público (edición internacional del 11 de agosto de 2011)

sábado, 9 de julio de 2011

La astronomía en la antigua Grecia


Desde la aparición de las primeras culturas se ha tratado de dar una explicación al funcionamiento de la naturaleza y del universo. En un inicio las explicaciones estaban plagadas de argumentaciones mitológicas y religiosas. Las primeras explicaciones dibujaban a la Tierra como una montaña hueca que flotaba en el mar y sobre el que existía un domo que a su vez sostenía a otro mar, y que además permitía su filtración por poros y grietas en forma de lluvia.



Es a partir de los griegos, que comienza el uso de la razón para tratar de dar explicación a los fenómenos de la naturaleza. Si bien es cierto que en un inicio sus explicaciones a las cuestiones astronómicas seguían atadas a la mitología, es posible encontrar planteamientos tan adelantados como los propuestos por Anaximandro, que plantea que “la materia prima de todas las cosas no tiene propiedades definidas excepto el ser indestructible y eterna, que todas las cosas se desarrollan a partir de ella y a ella vuelven; antes de nuestro mundo han existido infinidad de universos, que después se han disuelto en esa masa amorfa”. Este planteamiento se aproxima muy bien a la teoría atómica, al igual que Demócrito, que puede ser considerado como el pionero del planteamiento del átomo como elemento indivisible de la materia. Demócrito planteó la teoría sobre los átomos como constituyentes del Universo, con lo que nos demuestra que es un materialista. El creía que la materia que constituía el Universo eran los átomos, los cuales coexistían con el vacío. Los átomos eran infinitos e indiferenciables para el ojo humano, pero diferían en forma, en tamaño y en disposición. La combinación constante de los átomos constituía el mundo visible, pero ellos en sí mismos eran eternos, inmutables e indivisibles. Fue recién 24 siglos después, en el siglo XX, que se demostró que los átomos no son indivisibles.

Por otro lado, Heráclito aseguraba que la materia básica del mundo no era más que el fuego. No podemos decir que estuviera totalmente equivocado pues todos los planetas y las estrellas esta compuestos por masas incandescentes, que en el caso de los planetas se ha enfriado superficialmente para crear cortezas.



Uno de los grandes saltos en la comprensión del Universo se dió con Pitágoras de Samos, no tanto por sus aportes directos en materia de astronomía, sino por los aportes generales a la ciencia y a las matemáticas, y el movimiento que creó. Entre sus seguidores están Heráclides, quién es el primer griego en plantear un universo centrado en el Sol, además de plantear el giro de la Tierra en 24 horas. Este planteamiento sería continuado y reforzado por Aristarco, quien a pesar de no contar con instrumentos modernos, pudo calcular la distancia de alejamiento y tamaños del Sol y la Luna, demás de precisar el tiempo de rotación de la Tierra alrededor del Sol.

Fueron estos avances los primeros pasos en la carrera que posteriormente permitió a otros científicos y a nosotros comprender un poco mejor el Universo. Quizás muchos de los planteamientos no vinieran de la experimentación, y estuvieran errados, pero no podemos negar que el uso de la razón, el debate generado y la práctica de la filosofía para tratar de entender el universo, hayan jugado una papel decisivo en los descubrimientos posteriores.

jueves, 27 de enero de 2011

SEGUIMOS SIENDO EL PATIO TRASERO


A continuación les presentamos dos textos que, con una diferencia de casi dos años, abordan el indignante tema de los experimentos médicos que realiza la superpotencia imperialista en aquellas poblaciones que considera desechables, de tercera clase, o como les gusta llamarlas hipócritamente: "víctimas colaterales".

Vacunas matadoras



En Santiago del Estero, una provincia argentina donde todavía hay miles de quechuahablantes, la pobreza conoce muchos vecindarios.

La pobreza y, demasiadas veces, el analfabetismo puro y duro. Santiago del Estero viene del fondo de la historia argentina, le da la espalda al Atlántico migratorio y, quizá por eso, poco tiene que ver con el peronismo multilingüe que grita en montonero, malbaratea en lenguaje menemita y perfecciona su tartamudez en idiolecto kirchner.

Pues bien, a Santiago del Estero fueron los químicos del laboratorio británico GlaxoSmithKline para probar, en carne de niños atendidos por la salud pública, una vacuna experimental para combatir el neumococo, la bacteria de la neumonía y la meningitis.

Es cierto que ya hay una vacuna en el jugoso mercado de los ministerios de salud, pero esta requiere de varias aplicaciones -con lo que el seguimiento en zonas rurales se hace difícil- y, además, protege sólo de siete de los serotipos más insidiosos (pero no de todos).

Cientos de millones de dólares están en juego gracias a que, de tener éxito, Glaxo no tendrá dificultad alguna en aliarse otra vez con la Organización Panamericana de la Salud -convertida para algunas ocasiones en filial de las grandes farmacéuticas- y vender su producto como de uso masivo y obligatorio (a costa del tesoro público).

Así que, como decía, hasta Santiago del Estero fueron las redomas, las cepas, y las mutaciones vinculantes de Glaxo y su ejército de investigadores moleculares. Y allí empezaron a inyectar a cuanto niño pudieron.

Esa fue la buena noticia para Glaxo. La mala noticia para Santiago del Estero es que catorce de los niños vacunados con el nuevo producto en trance de experimentación -bautizado como Synflorix- han muerto. La noticia la reseñó ayer la agencia de noticias argentina Telam.

Ayer también se supo que el responsable de Salud de Santiago del Estero, Franklin Moyano, le ha pasado el caso a la justicia provincial y que ya está en curso una investigación.

Glaxo no sólo habría sido temeraria sino maliciosa a la hora de reclutar a los sujetos del experimento.

"No se les explicaba a los padres que se trataba de una vacuna en etapa experimental y muchos padres que dieron su consentimiento no sabían leer", dino Ana María Marchesse, presidenta de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de Santiago del Estero. Y añadió: "En algunos casos, primero les aplicaban la vacuna a los niños y luego les daban a firmar el consentimiento a los padres. Pero ese consentimiento tenía trece páginas; trece páginas que yo, siendo médica, tuve que leer tres veces para entenderlas".

Un cable de la Associated Press recaba las declaraciones de Glaxo: "Sarah Alspach, portavoz de GlaxoSmithKline en Estados Unidos, dijo a la AP que la compañía no atribuye las muertes a la vacuna, pero que a fines de junio suspendió temporalmetne el estudio (del Synflorix) en tres países sudamericanos (Argentina, Panamá y Chile) por recomendación de una junta independiente que monitorea la salud de los niños que participan en el ensayo".

La señorita Alspach añadió que la tarea de esa junta ya terminó, que la conclusión de sus miembros fue que el experimento era inofensivo y que, por lo tanto, Glaxo planea probar la nueva vacuna en unos 24 ooo niños latinoamericanos.

La pregunta que quedó por hacerle es por qué Glaxo no experimena con niños de Misuri o de alguna Dakota o de cualquiera de las Carolinas. O por qué, siendo británica desde 1715, no inyecta sus mágicas fórmulas a niños de Manchester o Liverpool. ¿O debí decir Cardiff o Belfast? ¿Y no habrá niños en el peñón de Gibraltar?

Quizá sea porque en este mundo -sueño de fenicios, bazar acribillado, territorio comanche de las corporaciones- hay niños de primera, niños de segunda y niños de tercera. Como en el Titanic.

Hildebrandt, César. En La Primera (Lima-Perú), 22/08/08




Vergonzosos experimentos

Siempre habíamos creído que las pruebas con drogas o virus que hacían los gobiernos utilizando humanos como conejillos de Indias eran parte de la mitología urbana, en la que los alarmistas de siempre buscaban satanizar a las grandes potencias.


Muchos creíamos que estos sórdidos experimentos eran solo parte de la ficción cinematográfica con que Hollywood nos solía aterrorizar de niños. Hasta que hace pocos días la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, ha tenido la hidalguía de informar que el Gobierno de su país le pide perdón al pueblo guatemalteco por haber realizado experimentos con naturales del país centroamericano entre 1946 y 1947.

La decisión de la secretaria de Estado ha sido generada, creemos, por la inminente publicación de un informe sobre la utilización de seres humanos, especialmente prostitutas, soldados y pacientes psiquiátricos, con los que se probó el alcance de la penicilina.

Más de 700 personas fueron infectadas con sífilis, gonorrea y chancro blando y luego se les aplicó el antibiótico, en ese entonces recién descubierto, para observar las reacciones pertinentes.


El objetivo del estudio fue, además, la búsqueda de nuevas fórmulas para prevenir las enfermedades de transmisión sexual.

En las pruebas, en las que se utilizaron soldados, prostitutas y pacientes de hospitales psiquiátricos, se les inoculaba la bacteria de la sífilis directamente en los órganos sexuales, en la cara y en llos brazos.



Los médicos norteamericanos y guatemaltecos que se prestaron para realizar estas experiencias tenían conocimiento de los riesgos a los que se sometía a las personas que sirvieron para las pruebas, pero estas desconocían los alcances de los ensayos.

Estos experimentos fueron descubiertos hace algunos meses por la investigadora científica Susan Reberby de la Universidad de Wellesley cuando revisaba algunos textos sobre el experimento Tuskegee (un estudio sobre la sífilis no tratada en varones negros), y en un hecho poco habitual al mundo académico, informó de esto al Gobierno.

Lo rescatable de este vergonzoso episodio es que inmediatamente Hillary Clinton y la secretaria de Salud, Katleen Sibelius, ofrecieron disculpas públicas sobre estas experiencias y emitieron un comunicado para manifestar: "A pesar de que estos actos ocurrieron hace más de 64 años, estamos indignados por el hecho de que semejante proyecto fuera auspiciado por el sistema público de salud de Estados Unidos".

Evidentemente, esta terrible experiencia nos remite a lo que por aquel entonces se había acusado a los nazis en e juicio de Nuremberg. Es decir, odiamos tanto a nuestros enemigos que terminamos pareciéndonos a ellos.


Velit, Juan. En El Comercio (Lima-Perú), 06/10/10.

miércoles, 26 de enero de 2011

Filme "2012" es el más absurdo según científicos de la NASA

La NASA ha dicho que la película "2012" es la más absurda historia del cine. A esta conclusión llegó un grupo de científicos que se reunió en California para darle un vistazo al género de la ciencia ficción y así discutir sobre las cintas que se aproximan a la realidad y las que plantean tramas ridículas. Lo que encontraron fue varios argumentos inverosímiles.



Generalmente los filmes analizados desde un punto de vista lógico y científico no cumplen ni los mínimos requisitos. Sin embargo, se encontró que entre los argumentos más creíbles está el de la película "Gattaca", protagonizada por Ethan Hawke, Uma Thurman y Jude Law. Los expertos también resaltaron en ese sentido los clásicos como "Metrópolis" y la primera entrega de "Parque Jurásico".

Pero, como se señaló, la que se llevó el título de la más absurda fue la película "2012", dirigida por Roland Emmerich, a quien los científicos de la NASA le echan la culpa de fomentar en la población la idea de que el mundo se acabará el próximo año.

La NASA ha recibido miles de preguntas de personas que han tomado por creíbles los hechos que se ven en la película. Tanto es el miedo que han decidido publicar en su página web diversas respuestas a las preguntas más comunes, como si hay un meteoro que impactará con la Tierra o si los mayas tienen la razón en sus pronósticos del fin del mundo.




El segundo filme más absurdo sería "El núcleo", protagonizado por Aaron Eckhart y Hilary Swank, donde la trama nuevamente es la extinción de la vida en el planeta debido al colapso del centro de la Tierra.

El tercer lugar se lo llevó el éxito de taquilla "Armaggedon". En esta película Bruce Willis intenta salvar al mundo del impacto de un asteroide mortal. Aunque el director de la película, Michael Bay, tuvo a expertos de la NASA aconsejándolo para lograr un cierto realismo en la cinta, no les hizo mucho caso.

En la lista de los más grandes errores científicos puestos en la pantalla grande encontramos también a "Volcano" (1997), "Reacción en cadena" (1996) y "El sexto día" (2000).




El Comercio (Lima-Perú), 05.01.2011