jueves, 27 de enero de 2011

SEGUIMOS SIENDO EL PATIO TRASERO


A continuación les presentamos dos textos que, con una diferencia de casi dos años, abordan el indignante tema de los experimentos médicos que realiza la superpotencia imperialista en aquellas poblaciones que considera desechables, de tercera clase, o como les gusta llamarlas hipócritamente: "víctimas colaterales".

Vacunas matadoras



En Santiago del Estero, una provincia argentina donde todavía hay miles de quechuahablantes, la pobreza conoce muchos vecindarios.

La pobreza y, demasiadas veces, el analfabetismo puro y duro. Santiago del Estero viene del fondo de la historia argentina, le da la espalda al Atlántico migratorio y, quizá por eso, poco tiene que ver con el peronismo multilingüe que grita en montonero, malbaratea en lenguaje menemita y perfecciona su tartamudez en idiolecto kirchner.

Pues bien, a Santiago del Estero fueron los químicos del laboratorio británico GlaxoSmithKline para probar, en carne de niños atendidos por la salud pública, una vacuna experimental para combatir el neumococo, la bacteria de la neumonía y la meningitis.

Es cierto que ya hay una vacuna en el jugoso mercado de los ministerios de salud, pero esta requiere de varias aplicaciones -con lo que el seguimiento en zonas rurales se hace difícil- y, además, protege sólo de siete de los serotipos más insidiosos (pero no de todos).

Cientos de millones de dólares están en juego gracias a que, de tener éxito, Glaxo no tendrá dificultad alguna en aliarse otra vez con la Organización Panamericana de la Salud -convertida para algunas ocasiones en filial de las grandes farmacéuticas- y vender su producto como de uso masivo y obligatorio (a costa del tesoro público).

Así que, como decía, hasta Santiago del Estero fueron las redomas, las cepas, y las mutaciones vinculantes de Glaxo y su ejército de investigadores moleculares. Y allí empezaron a inyectar a cuanto niño pudieron.

Esa fue la buena noticia para Glaxo. La mala noticia para Santiago del Estero es que catorce de los niños vacunados con el nuevo producto en trance de experimentación -bautizado como Synflorix- han muerto. La noticia la reseñó ayer la agencia de noticias argentina Telam.

Ayer también se supo que el responsable de Salud de Santiago del Estero, Franklin Moyano, le ha pasado el caso a la justicia provincial y que ya está en curso una investigación.

Glaxo no sólo habría sido temeraria sino maliciosa a la hora de reclutar a los sujetos del experimento.

"No se les explicaba a los padres que se trataba de una vacuna en etapa experimental y muchos padres que dieron su consentimiento no sabían leer", dino Ana María Marchesse, presidenta de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de Santiago del Estero. Y añadió: "En algunos casos, primero les aplicaban la vacuna a los niños y luego les daban a firmar el consentimiento a los padres. Pero ese consentimiento tenía trece páginas; trece páginas que yo, siendo médica, tuve que leer tres veces para entenderlas".

Un cable de la Associated Press recaba las declaraciones de Glaxo: "Sarah Alspach, portavoz de GlaxoSmithKline en Estados Unidos, dijo a la AP que la compañía no atribuye las muertes a la vacuna, pero que a fines de junio suspendió temporalmetne el estudio (del Synflorix) en tres países sudamericanos (Argentina, Panamá y Chile) por recomendación de una junta independiente que monitorea la salud de los niños que participan en el ensayo".

La señorita Alspach añadió que la tarea de esa junta ya terminó, que la conclusión de sus miembros fue que el experimento era inofensivo y que, por lo tanto, Glaxo planea probar la nueva vacuna en unos 24 ooo niños latinoamericanos.

La pregunta que quedó por hacerle es por qué Glaxo no experimena con niños de Misuri o de alguna Dakota o de cualquiera de las Carolinas. O por qué, siendo británica desde 1715, no inyecta sus mágicas fórmulas a niños de Manchester o Liverpool. ¿O debí decir Cardiff o Belfast? ¿Y no habrá niños en el peñón de Gibraltar?

Quizá sea porque en este mundo -sueño de fenicios, bazar acribillado, territorio comanche de las corporaciones- hay niños de primera, niños de segunda y niños de tercera. Como en el Titanic.

Hildebrandt, César. En La Primera (Lima-Perú), 22/08/08




Vergonzosos experimentos

Siempre habíamos creído que las pruebas con drogas o virus que hacían los gobiernos utilizando humanos como conejillos de Indias eran parte de la mitología urbana, en la que los alarmistas de siempre buscaban satanizar a las grandes potencias.


Muchos creíamos que estos sórdidos experimentos eran solo parte de la ficción cinematográfica con que Hollywood nos solía aterrorizar de niños. Hasta que hace pocos días la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, ha tenido la hidalguía de informar que el Gobierno de su país le pide perdón al pueblo guatemalteco por haber realizado experimentos con naturales del país centroamericano entre 1946 y 1947.

La decisión de la secretaria de Estado ha sido generada, creemos, por la inminente publicación de un informe sobre la utilización de seres humanos, especialmente prostitutas, soldados y pacientes psiquiátricos, con los que se probó el alcance de la penicilina.

Más de 700 personas fueron infectadas con sífilis, gonorrea y chancro blando y luego se les aplicó el antibiótico, en ese entonces recién descubierto, para observar las reacciones pertinentes.


El objetivo del estudio fue, además, la búsqueda de nuevas fórmulas para prevenir las enfermedades de transmisión sexual.

En las pruebas, en las que se utilizaron soldados, prostitutas y pacientes de hospitales psiquiátricos, se les inoculaba la bacteria de la sífilis directamente en los órganos sexuales, en la cara y en llos brazos.



Los médicos norteamericanos y guatemaltecos que se prestaron para realizar estas experiencias tenían conocimiento de los riesgos a los que se sometía a las personas que sirvieron para las pruebas, pero estas desconocían los alcances de los ensayos.

Estos experimentos fueron descubiertos hace algunos meses por la investigadora científica Susan Reberby de la Universidad de Wellesley cuando revisaba algunos textos sobre el experimento Tuskegee (un estudio sobre la sífilis no tratada en varones negros), y en un hecho poco habitual al mundo académico, informó de esto al Gobierno.

Lo rescatable de este vergonzoso episodio es que inmediatamente Hillary Clinton y la secretaria de Salud, Katleen Sibelius, ofrecieron disculpas públicas sobre estas experiencias y emitieron un comunicado para manifestar: "A pesar de que estos actos ocurrieron hace más de 64 años, estamos indignados por el hecho de que semejante proyecto fuera auspiciado por el sistema público de salud de Estados Unidos".

Evidentemente, esta terrible experiencia nos remite a lo que por aquel entonces se había acusado a los nazis en e juicio de Nuremberg. Es decir, odiamos tanto a nuestros enemigos que terminamos pareciéndonos a ellos.


Velit, Juan. En El Comercio (Lima-Perú), 06/10/10.

miércoles, 26 de enero de 2011

Filme "2012" es el más absurdo según científicos de la NASA

La NASA ha dicho que la película "2012" es la más absurda historia del cine. A esta conclusión llegó un grupo de científicos que se reunió en California para darle un vistazo al género de la ciencia ficción y así discutir sobre las cintas que se aproximan a la realidad y las que plantean tramas ridículas. Lo que encontraron fue varios argumentos inverosímiles.



Generalmente los filmes analizados desde un punto de vista lógico y científico no cumplen ni los mínimos requisitos. Sin embargo, se encontró que entre los argumentos más creíbles está el de la película "Gattaca", protagonizada por Ethan Hawke, Uma Thurman y Jude Law. Los expertos también resaltaron en ese sentido los clásicos como "Metrópolis" y la primera entrega de "Parque Jurásico".

Pero, como se señaló, la que se llevó el título de la más absurda fue la película "2012", dirigida por Roland Emmerich, a quien los científicos de la NASA le echan la culpa de fomentar en la población la idea de que el mundo se acabará el próximo año.

La NASA ha recibido miles de preguntas de personas que han tomado por creíbles los hechos que se ven en la película. Tanto es el miedo que han decidido publicar en su página web diversas respuestas a las preguntas más comunes, como si hay un meteoro que impactará con la Tierra o si los mayas tienen la razón en sus pronósticos del fin del mundo.




El segundo filme más absurdo sería "El núcleo", protagonizado por Aaron Eckhart y Hilary Swank, donde la trama nuevamente es la extinción de la vida en el planeta debido al colapso del centro de la Tierra.

El tercer lugar se lo llevó el éxito de taquilla "Armaggedon". En esta película Bruce Willis intenta salvar al mundo del impacto de un asteroide mortal. Aunque el director de la película, Michael Bay, tuvo a expertos de la NASA aconsejándolo para lograr un cierto realismo en la cinta, no les hizo mucho caso.

En la lista de los más grandes errores científicos puestos en la pantalla grande encontramos también a "Volcano" (1997), "Reacción en cadena" (1996) y "El sexto día" (2000).




El Comercio (Lima-Perú), 05.01.2011