sábado, 20 de junio de 2009

ZOONOSIS


A continuación presentamos un artículo de la revista National Geographic del mes de junio, llamado “Animales infecciosos”. Este artículo explica el proceso de zoonosis, proceso por el que un patógeno animal es adquirido por un humano. Esto permitirá entender uno de los más recientes casos de zoonosis. El virus H1N1.



…Estamos rodeados de enfermedades infecciosas. Se podrían considerar como un cemento natural que une una criatura con otra, una especie con otra, dentro de los elaborados edificios que llamamos ecosistemas. Son uno de los procesos básicos que estudian los ecologistas, entre los que también se cuentan la depredación, competencia y fotosíntesis. Los depredadores son bestias relativamente grandes que comen a sus presas desde el exterior. Los patógenos (agentes causantes de enfermedad, como los virus) son bestias relativamente pequeñas que lo hacen desde adentro. Aunque las enfermedades infecciosas parecen aterradoras y espeluznantes, bajo condiciones normales son tan naturales como lo que los leones hacen a los ñus, cebras y gacelas.



Pero las condiciones a veces distan mucho de la normalidad.


De la misma manera que los depredadores tienen presas favoritas que acostumbran cazar, sus especies objetivo, los patógenos también tienen sus predilecciones. Así como un león ocasionalmente puede desviarse del comportamiento normal, y matar una vaca en lugar de un ñu o un humano en vez de una cebra, esto puede suceder con los patógenos que cambian de especie objetivo. Los accidentes suceden, se dan aberraciones. Las circunstancias cambian y, en consecuencia, las oportunidades y exigencias también. Cuando un patógeno da el salto de un animal no humano a una persona y tiene éxito, el resultado se conoce como zoonosis.


Casi nadie está familiarizado con esta palabra. Es un término que ayuda a aclarar la realidad biológica detrás de los encabezados de primera plana sobre la gripe aviar, el SARS y otras formas nuevas de enfermedad y la amenaza de una futura pandemia. Nos dice algo esencial sobre el origen del VIH. Es una palabra del futuro, destinada a tener mucho uso en el siglo XXI.


El Ébola es una zoonosis. También la fiebre bubónica, la fiebre amarilla, la viruela del simio, la tuberculosis bovina, la fiebre hemorrágica de Marburg, el virus del Oeste del Nilo, la enfermedad de Lyme, muchas cepas de influenza, la rabia, el síndrome pulmonar por hantavirus y una nueva enfermedad llamada nipah, que mata a los cerdos y a sus criadores en Malasia. Cada una refleja la acción de un patógeno que puede contagiarse a los humanos desde otras especies. Esta forma de salto entre especies es muy común. Alrededor de 60 % de las enfermedades humanas conocidas se comparten entre animales y personas. Algunas de ellas,como la rabia, están muy diseminadas y son conocidas por su letalidad. Miles de humanos siguen muriendo a pesar de siglos de esfuerzos por contrarrestar los efectos de la rabia, de intentos internacionales para erradicarla o controlarla, y de una comprensión científica clara sobre cómo funciona. Otras enfermedades son nuevas e inexplicablemente esporádicas, cobran pocas vidas (como el hendra), o un centenar por aquí y por allá, para después desaparecer durante años.



La viruela, como contraejemplo, no es una zoonosis. Es causada por un virus que infecta al Homo sapiens y, en casos muy excepcionales, a algunos primates no humanos. Pero no a los caballos, ratas ni cualquier otra especie. Esto ayuda a explicar por qué, a partir de 1979, se pudo declarar exitosa la campaña global de la Organización Mundial de la Salud para erradicarla. La viruela desapareció porque su virus, sin prácticamente capacidad de residir en ningún otro lado aparte de los humanos, no podía esconderse. Los patógenos zoonóticos sí pueden hacerlo.


La viruela del simio, aunque relacionada cercanamente con la viruela, tiene dos diferencias cruciales: su propensión a afectar tanto a monos como a humanos y la capacidad del virus de existir en otras especies,algunas de las cuales no han sido identificadas. La fiebre amarilla, que también infecta a monos y humanos, y es causada por un virus que se esconde en varias especies de mosquitos, quizá nunca pueda erradicarse. El patógeno causante de la enfermedad de Lyme, un tipo de bacteria, se esconde en los ratones de patas blancas y en otros mamíferos pequeños. Por supuesto, no es que los gérmenes se escondan de manera consciente. Para ellos, este comportamiento simplemente constituye una estrategia de transmisión indirecta o de supervivencia encubierta.


La estrategia menos conspicua de todas es esconderse en lo que se llama un huésped reservorio, especie que porta el patógeno con poca o ninguna manifestación sintomática. Cuando una enfermedad parece desaparecer entre brotes (nuevamente, al igual que hendra en la matanza de 1994), su patógeno causal posiblemente podría haberse terminado, al menos en la región, pero quizá no. Tal vez sigue cerca, por todas partes, en un huésped reservorio. ¿Un roedor? ¿Una mariposa? ¿Un murciélago? Residir sin ser detectado en un huésped reservorio es quizá más sencillo en lugares donde la diversidad biológica es alta y el ecosistema tiene relativamente pocos cambios. Lo inverso también es cierto: los disturbios ecológicos hacen que emerjan enfermedades. Si sacudes un árbol, caen cosas.


Casi todas las enfermedades zoonóticas resultan de una infección por uno de seis tipos de patógenos: virus, bacterias, protozoarios, priones, hongos y gusanos. La enfermedad de la vaca loca es causada por un prion, una molécula de proteína doblada de manera extraña que provoca que otras moléculas se doblen de maneras raras, como la forma infecciosa del agua de la novela de Kurt Vonnegut, Cuna de gato. La enfermedad del sueño es una infección por un protozoario, transmitido a mamíferos silvestres y domésticos y a la gente en el África subsahariana por las moscas tse-tsé. El ántrax es una bacteria que puede permanecer latente en el suelo por años y después, cuando sale, infectar a los humanos mediante el ganado. La toxocariasis es una zoonosis leve causada por gusanos redondos y la puede contagiar un perro. Pero, al igual que el perro, por suerte el dueño puede desparasitarse.





Los virus son los más problemáticos. Evolucionan rápidamente, no responden a los antibióticos, pueden esconderse, ser versátiles, tener altísimos índices de mortalidad y son diabólicamente simples, al menos en comparación con otros seres vivos o cuasivivos. El hanta, SARS, viruela del simio, rabia, ébola, virus del Oeste del Nilo, machupo, dengue, fiebre amarilla, junin, nipah, hendra, influenza y VIH son virus. La lista completa es mucho mayor. Existe una condición que lleva el descriptivo nombre de espumavirus del simio (SFV, por sus siglas en inglés), que infecta a monos y humanos en Asia en los lugares donde las personas y los macacos semidomesticados entran en contacto (como templos budistas e hindúes). Algunos visitantes extranjeros de estos templos dan comida a los macacos y se exponen al SFV. “Los virus carecen de medios de locomoción –dice el eminente virólogo Stephen S. Morse–, pero muchos de ellos le han dado la vuelta al mundo”. No pueden correr, nadar o arrastrarse. Son portados.

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